Colombia tiene un estilo de resolver los problemas que da la impresión de ser semejante a meter debajo de la alfombra las inconveniencias. Con el narcotráfico no acabó, solo acordó de alguna intrincada manera, afín que funcionase sin escándalos para no llamar la atención. Con la eterna guerrilla, una de las más añejas del mundo, habla y conversa pero es como danzar con fantasmas, y ahí está, presente pero no tan rimbombante como antes. Con los Estados Unidos parece un pacto de viejos amantes, que sin aflorar y hacerse público los arreglos íntimos, acuerdan bastante de como convivir... Ver más...